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¿Te duele justo debajo de la rótula cuando haces sentadillas, corres o simplemente bajas escaleras? Es más común de lo que crees. Esa molestia en la parte frontal de la rodilla es una de las causas más frecuentes de consulta en fisioterapia y recibe el nombre de tendinitis rotuliana.

De hecho, según diversos estudios, la tendinitis rotuliana, también conocida como rodilla del saltador, afecta a entre el 14 y el 17 % de los atletas de deportes de salto como el baloncesto o el voleibol, y a un porcentaje cada vez mayor de corredores, ciclistas y personas con hábitos sedentarios que sufren desequilibrios musculares. A pesar de su nombre, no es exclusiva de quienes practican deporte a alto nivel: cualquier persona con sobrecarga repetitiva en la zona anterior de la rodilla puede desarrollarla.

En consulta veo muchos casos de pacientes que han intentado “aguantar el dolor” durante semanas o meses, pensando que ya pasará. Sin embargo, cuando el tendón rotuliano se inflama y no se trata a tiempo, el problema puede cronificarse y derivar en una tendinopatía que limite incluso actividades cotidianas como caminar, subir cuestas o mantenerse mucho tiempo de pie.

Vamos a conocer qué es la tendinitis rotuliana, cómo detectarla a tiempo, y sobre todo, cómo puedes prevenirla o tratarla correctamente desde la fisioterapia.

¿Qué es la tendinitis rotuliana?

La tendinitis rotuliana, o más correctamente tendinopatía rotuliana, es una lesión por sobreuso que afecta al tendón que conecta la rótula con la tibia, justo en la parte anterior de la rodilla. Este tendón, conocido como tendón rotuliano, tiene una función clave: transmitir la fuerza del cuádriceps para extender la pierna. Cada vez que corres, saltas o haces una sentadilla, este tendón trabaja intensamente.

Qué zona duele en una tendinitis rotulianaEl problema aparece cuando esa carga se repite una y otra vez sin dar tiempo a que el tejido se recupere. Se inicia así un proceso de degeneración o inflamación del tendón rotuliano, que provoca dolor localizado justo por debajo de la rótula. En las primeras fases el dolor suele aparecer solo al hacer ejercicio, pero si no se trata, puede avanzar hasta doler en reposo o incluso al caminar.

En consulta recibo muchos casos como este: deportistas aficionados, en su gran mayoría runners y personas que entrenan crossfit, que notan una molestia al saltar, al hacer sentadillas o cualquier movimiento que implique el movimiento de rodilla. Por norma general, suelen acudir a consulta cuando el dolor ya interfiere en su rendimiento o en su día a día, aunque en la mayoría de los casos el problema ha estado desarrollándose durante semanas sin demasiados síntomas.

La literatura científica confirma lo que vemos a diario en clínica: la tendinopatía rotuliana afecta aproximadamente al 40-50 % de los atletas de deportes de salto, pero también es cada vez más frecuente en deportes de resistencia como la carrera de fondo o el trail. Lo que muchos pacientes no saben es que el riesgo no depende solo del deporte, sino también de factores como desequilibrios musculares, falta de movilidad en tobillos o caderas, o una mala técnica de carrera o entrenamiento.

Por eso, más allá de poner nombre al dolor, es fundamental entender por qué se ha producido y cómo tratarlo correctamente desde la fisioterapia.

¿Qué síntomas provoca esta lesión?

Los síntomas de tendinitis rotuliana suelen comenzar de forma progresiva, aunque en algunos casos pueden aparecer tras un gesto puntual mal ejecutado. Algunos de los signos más frecuentes son:

  • Dolor localizado en el polo inferior de la rótula. Es el síntoma más característico. Se percibe como una molestia puntual o punzante justo donde el tendón se inserta en la parte baja de la rótula.
  • Dolor que empeora con el esfuerzo. Al principio puede aparecer solo después de hacer ejercicio. Pero, si no se trata, es muy común que comience a presentarse durante la actividad física e incluso en reposo.
  • Molestias al realizar movimientos cotidianos como bajar escaleras, ponerse de cuclillas o levantarse de una silla. También al estar mucho tiempo sentado con la rodilla flexionada (como en el cine o al conducir).
  • Sensibilidad al tacto o a la presión sobre el tendón rotuliano. En la exploración física es común que el paciente reaccione al presionar sobre esa zona.
  • Rigidez matutina o tras periodos largos de inactividad. Esa sensación de «rodilla acartonada» suele mejorar ligeramente con el movimiento, aunque no desaparece del todo.
  • Disminución del rendimiento deportivo. Muchos pacientes relatan que no pueden saltar, esprintar o mantener la intensidad habitual en sus entrenamientos.
  • Engrosamiento del tendón en fases más avanzadas. Se puede notar al tacto una zona más dura o abultada justo por debajo de la rótula.
  • Sensación de quemazón o calor local, que indica inflamación activa, especialmente en las primeras fases o tras un esfuerzo intenso.

Este patrón de síntomas puede mantenerse durante semanas o incluso meses si no se interviene correctamente. Por eso, cuanto antes se inicie el tratamiento, mejores serán los resultados. En consulta, solemos detectar también alteraciones biomecánicas asociadas, como falta de control de la cadera, pie valgo o desequilibrios musculares en cuádriceps e isquiotibiales que deben corregirse para evitar recaídas.

Causas más frecuentes de tendinitis rotuliana

A lo largo de los años en consulta, he podido ver que las causas de la tendinitis rotuliana son múltiples y casi siempre responden a una combinación de factores. No es solo “por hacer deporte”, sino por cómo se hace, cómo se recupera y cómo responde cada cuerpo a la carga.

Anatomía detallada de la rodillaVamos a hacer un ranking de la causa más común a la menos:

  1. Sobrecarga mecánica repetida. La que más se repite en mis pacientes. Ocurre cuando el tendón rotuliano sufre microtraumatismos por acciones repetitivas como correr, saltar o levantar peso sin una correcta planificación. El cuerpo no tiene tiempo suficiente para reparar y se produce inflamación o degeneración tendinosa.
  2. Falta de descanso y periodos de recuperación inadecuados. Entrenar todos los días o no respetar los tiempos entre sesiones impide que el tejido tendinoso se recupere, sobre todo en personas con cierta predisposición biomecánica.
  3. Técnica incorrecta de salto o carrera. Es muy habitual en deportistas que no han trabajado la técnica o que la han aprendido por imitación. Un mal gesto repetido puede cargar el tendón de forma asimétrica o descontrolada, generando microlesiones.
  4. Déficit de fuerza en el cuádriceps, especialmente en el vasto medial, que es clave para estabilizar la rótula y repartir la carga. También la debilidad de los glúteos o el core puede contribuir, ya que alteran la alineación de la pierna durante la carga.
  5. Poca movilidad en la articulación del tobillo o la cadera, que obliga a la rodilla a asumir un papel que no le corresponde. Esto ocurre mucho en runners que corren con el tobillo rígido o en personas que pasan muchas horas sentadas.
  6. Desequilibrios musculares. No solo se trata de tener fuerza, sino de tenerla de forma equilibrada. Una gran diferencia entre el cuádriceps e isquiotibiales, o entre una pierna y otra, puede sobrecargar el tendón.
  7. Superficies inadecuadas. Correr o entrenar sobre terreno muy duro o irregular aumenta el impacto y, por tanto, la probabilidad de irritar el tendón.
  8. Uso de calzado inadecuado. Muchas veces, el calzado no amortigua correctamente o no se ajusta a la biomecánica del usuario, lo que cambia la forma de pisar y afecta directamente al tendón rotuliano.

¿Cómo se diagnostica?

Cuando una persona llega a consulta con dolor en la zona anterior de la rodilla, lo primero que hago es realizar una valoración clínica completa, empezando siempre por una buena historia de la lesión: cuándo empezó, si aparece durante o después del ejercicio, qué actividades la empeoran, etc.

A partir de ahí, pasamos a la exploración física, que es fundamental para confirmar una tendinopatía rotuliana y descartar otras causas:

  • Palpación del tendón rotuliano: suele generar molestias o dolor localizado, especialmente en el polo inferior de la rótula, que es donde más frecuentemente aparece la lesión.
  • Test funcionales: como el Decline Squat o pruebas en apoyo monopodal. Estos ejercicios nos ayudan a valorar la carga excéntrica del tendón y reproducir el gesto que suele desencadenar el dolor.
  • Evaluación de la movilidad y fuerza: exploramos tanto la articulación de la rodilla como el comportamiento del tobillo, cadera y pelvis, ya que un déficit en alguna de estas zonas puede estar implicado.

En muchos casos, la clínica es bastante clara. Pero si el dolor persiste, es difuso o existen antecedentes complejos, puede ser necesario recurrir a pruebas de imagen complementarias:

  • Ecografía musculoesquelética: nos permite observar el estado del tendón en tiempo real, ver si hay engrosamiento, cambios degenerativos o zonas de inflamación. Es una herramienta rápida y eficaz en consulta.
  • Resonancia magnética (RMN): suele utilizarse en casos más complejos o cuando queremos descartar otras patologías asociadas, ya que nos ofrece una imagen más detallada de las estructuras profundas de la rodilla.

Además, algo que no debemos olvidar es la importancia del diagnóstico diferencial. No todo dolor en la parte delantera de la rodilla es una tendinopatía rotuliana. En consulta, también valoramos si puede tratarse de una condropatía rotuliana, una bursitis infrarrotuliana, síndrome femoropatelar u otras lesiones articulares.

Tratamiento de la tendinitis rotuliana con fisioterapia

Cuando se trata de una tendinitis rotuliana, el enfoque terapéutico nunca debe ser general o inmediato. La clave está en adaptar cada fase del tratamiento a la evolución de la lesión y a las necesidades reales del paciente, sin precipitar los tiempos de carga ni confiar solo en “reposo”.

Tratamiento de la tendinitis rotuliana con fisioterapiaFase 1: Control del dolor e inflamación

En la fase aguda, cuando el dolor es más intenso, el objetivo es reducir la inflamación y aliviar los síntomas para poder comenzar el trabajo activo lo antes posible. Aquí se emplea:

  • Terapias físicas como el TENS (estimulación nerviosa transcutánea), que ayudan a modular el dolor.
  • Crioterapia localizada en las primeras fases.
  • Y sobre todo, ajustes en las cargas: bajar el volumen de impacto, modificar entrenamientos o incluso parar temporalmente si es necesario.

Fase 2: Terapia manual específica

Una vez controlados los síntomas más agudos, el trabajo manual ayuda a mejorar el entorno del tendón, liberar estructuras sobrecargadas y restaurar el equilibrio muscular. En consulta utilizamos técnicas como:

  • Liberación miofascial de cuádriceps, isquiotibiales y gemelos.
  • Masaje transverso profundo en el tendón rotuliano.
  • Movilizaciones articulares para mejorar la función de la rótula y la cadena cinética.

Fase 3: Electroterapia y técnicas invasivas

En tendinopatías crónicas o de evolución lenta, puede ser necesario añadir tratamientos complementarios:

  • Ondas de choque focales, que estimulan la reparación tisular en el tendón.
  • Electrólisis intratisular (EPI®) si hay degeneración tendinosa evidente.
  • Radiofrecuencia o diatermia para mejorar el metabolismo local y acelerar la regeneración.

No siempre usamos todas estas técnicas, pero son opciones muy útiles en fases donde el tendón está engrosado, degenerado o con fibrosis.

Fase 4: Ejercicio terapéutico progresivo

Aquí empieza el verdadero tratamiento de fondo. Para que el tendón rotuliano se recupere bien, necesitamos exponerlo a carga mecánica progresiva, pero siempre en condiciones controladas:

  • Ejercicios isométricos: ideales al inicio, reducen dolor y mejoran activación sin estrés excesivo.
  • Trabajo excéntrico (como sentadillas en plano inclinado): base del tratamiento en tendinopatías, promueve reorganización del colágeno.
  • Entrenamiento de fuerza funcional: enfocado en glúteos, core y miembros inferiores para reequilibrar toda la cadena.

Los ejercicios se prescriben y adaptan en consulta, pero también forman parte del trabajo en casa. Es un proceso activo y progresivo que requiere constancia.

Fase 5: Reeducación del gesto deportivo

Esta parte es esencial, especialmente si la lesión apareció por errores en la técnica de carrera o salto. Aquí trabajamos:

  • Corrección del patrón de movimiento.
  • Control postural durante el entrenamiento.
  • Reintroducción gradual del gesto deportivo con vigilancia de síntomas.

Un caso real reciente: traté a un chico de 32 años, aficionado al crossfit, con dolor rotuliano al saltar en las sesiones de box. Venía arrastrando molestias desde hacía meses y pensaba que el dolor “era normal”. Tras 4 semanas de trabajo progresivo combinando terapia manual, ondas de choque y un plan de ejercicios bien estructurado, volvimos a introducir saltos con control, y hoy entrena sin limitaciones.

¿Cuánto tarda en curarse la tendinitis rotuliana?

El tiempo de recuperación de una tendinitis rotuliana puede variar mucho en función de varios factores: si la lesión es aguda o crónica, el grado de afectación del tendón, la carga deportiva del paciente, su historial de lesiones y, sobre todo, cuándo se inicia el tratamiento fisioterapéutico.

 Casos agudos

Cuando hablamos de tendinitis rotuliana aguda, estamos ante una inflamación o sobrecarga reciente del tendón, sin alteración estructural significativa. En estos casos, si el tratamiento comienza en los primeros días tras la aparición de los síntomas, el tiempo medio de recuperación suele situarse entre 3 y 6 semanas, según estudios clínicos como el de Rees et al. (2009) sobre tendinopatías deportivas.

En esta fase nos centramos en:

  • Reducir la carga mecánica excesiva.
  • Aplicar ejercicio isométrico para modular el dolor. 
  • Corregir desequilibrios musculares iniciales. 

Con un buen seguimiento, muchos pacientes retoman su entrenamiento entre la cuarta y quinta semana, aunque todavía sin máxima exigencia.

Casos crónicos

Cuando la lesión se cronifica (lo que en fisioterapia llamamos tendinopatía rotuliana), el tejido tendinoso sufre cambios estructurales: engrosamiento del tendón, degeneración focal del colágeno, microdesgarros, neovascularización, etc. En estos casos, el tiempo medio de recuperación se sitúa entre 8 y 16 semanas, pudiendo alargarse hasta 6 meses si hay factores agravantes.

Según un metaanálisis publicado en British Journal of Sports Medicine (Malliaras et al., 2013), más del 60% de los deportistas con tendinopatía rotuliana crónica necesitan al menos 12 semanas para volver progresivamente a su nivel de entrenamiento sin dolor.

En consulta, suelo ver casos de deportistas aficionados que llegan tras meses de molestias intermitentes. En estos perfiles, los plazos se amplían, y hay que trabajar no solo sobre el tendón, sino sobre el gesto deportivo, la cadena cinética y los patrones de carga.

¿Qué pasa si se fuerza antes de tiempo?

Muchos pacientes creen que el dolor es el único indicador de recuperación, pero el tendón puede seguir dañado incluso cuando ya no molesta. Esto hace que muchos vuelvan a correr, saltar o entrenar demasiado pronto, lo que termina provocando recidivas frecuentes.

Un estudio del International Journal of Sports Physical Therapy (2015) mostró que los deportistas que reincorporaban la carga de impacto sin haber completado el protocolo excéntrico correctamente tenían un 40% más de recaídas en los tres meses siguientes.

Por eso, en clínica siempre insisto: el tratamiento no termina cuando desaparece el dolor, sino cuando el tendón tolera bien la carga funcional que requiere tu actividad habitual o deportiva.

Factores que afectan al tiempo de curación

  • Grado de afectación del tendón (leve, moderado, avanzado)
  • Edad y condición física del paciente
  • Tipo de deporte (impacto vs sin impacto)
  • Cumplimiento del plan de ejercicios en casa
  • Existencia de otros factores biomecánicos (pie plano, dismetría, mala técnica…)

¿Qué ejercicios puedes hacer si tienes tendinitis rotuliana?

Uno de los pilares del tratamiento de la tendinitis rotuliana es el ejercicio terapéutico adaptado, que debe ajustarse a la fase de evolución de la lesión y al nivel funcional del paciente. Elegir bien los ejercicios y ejecutarlos correctamente marca la diferencia entre una recuperación eficaz o una recaída.

Varios estudios, como el de Rio et al. (2015), han demostrado que los ejercicios isométricos y excéntricos son altamente eficaces para reducir el dolor y mejorar la función del tendón rotuliano.

A continuación te explico algunos de los ejercicios más indicados en cada fase, junto con consejos prácticos para hacerlos en casa de forma segura.

Fase inicial: ejercicios isométricos

Cuando el dolor es más intenso o reciente, conviene comenzar con ejercicios isométricos. Son aquellos en los que el músculo trabaja sin que haya movimiento articular, lo que permite estimular el tendón sin forzarlo.

Sentadilla isométrica contra la pared:

  • Apoya la espalda contra la pared y flexiona las rodillas hasta 60-70º.
  • Mantén la posición durante 30-45 segundos.
  • Haz 4-5 repeticiones con descansos largos.
  • Hazlo 2-3 veces al día.

Sentadilla isométrica contra la pared:Este ejercicio ayuda a reducir el dolor gracias al efecto analgésico de la contracción mantenida del cuádriceps.

Fase intermedia: trabajo excéntrico

Cuando el dolor disminuye y el tendón tolera más carga, se introducen los ejercicios excéntricos. En estos, el músculo se alarga mientras se contrae, lo que favorece la reorganización de las fibras del tendón.

Sentadilla excéntrica en plano inclinado:

  • Usa una cuña o step inclinado.
  • Baja lentamente (3-4 segundos) y sube apoyándote con la otra pierna.
  • Comienza con 3 series de 10 repeticiones al día.

Sentadilla excéntrica en plano inclinadoEste ejercicio está especialmente indicado para fortalecer el tendón rotuliano y es uno de los más utilizados en protocolos clínicos como el de Stanish o el de Alfredson (adaptado a rodilla).

Importante: este tipo de ejercicios puede generar molestias leves. Si el dolor no supera el 3/10 en una escala de dolor, se considera tolerable y no debe interrumpirse.

Fase avanzada: control neuromuscular y propiocepción

Cuando el tendón ya tolera la carga excéntrica sin molestias, es momento de trabajar el control motor y la propiocepción, es decir, la capacidad del cuerpo para mantener el equilibrio y la estabilidad articular durante el movimiento.

Ejercicio en BOSU o superficie inestable:

  • Realiza una sentadilla o zancada sobre una superficie inestable (colchoneta gruesa, BOSU, etc.).
  • Puedes ir añadiendo peso progresivamente o trabajar en una sola pierna.
  • 3 series de 10-12 repeticiones.

Ejercicio en BOSU o superficie inestableEste tipo de ejercicios te prepara para volver al deporte o a actividades exigentes, reduciendo el riesgo de recaída.

Consejos para hacer los ejercicios en casa

  • Evita el dolor agudo durante la ejecución.
  • Calienta antes (movilidad de rodilla y tobillo, activación suave del cuádriceps).
  • No hagas rebotes ni movimientos bruscos. 
  • Haz los ejercicios de forma progresiva, aumentando la dificultad semana a semana.
  • Consulta con tu fisioterapeuta antes de empezar si llevas mucho tiempo con molestias.

Preguntas frecuentes sobre la tendinitis rotuliana

¿Se puede correr con tendinitis rotuliana?

Depende del grado de la lesión. Si el dolor es leve y no empeora con el ejercicio, algunos corredores pueden mantener una actividad moderada adaptada. Sin embargo, forzar la rodilla con dolor intenso puede agravar la tendinopatía y cronificarla. En fases agudas, lo recomendable es pausar la carrera y optar por ejercicios que no impliquen impacto, como la bici o el trabajo isométrico. Siempre es mejor valorarlo con un fisioterapeuta.

¿La tendinitis rotuliana se cura sola?

No. Aunque en algunos casos leves los síntomas pueden disminuir con reposo, la tendinitis rotuliana no se resuelve de forma definitiva sin tratamiento adecuado. Ignorarla o parar solo temporalmente puede llevar a recaídas constantes. El tratamiento activo con fisioterapia, ejercicio terapéutico y reeducación del gesto deportivo es fundamental para la recuperación.

¿Qué ejercicios están prohibidos con tendinitis rotuliana?

Durante la fase dolorosa, conviene evitar:

  • Saltos, carrera intensa o cambios de ritmo.
  • Sentadillas profundas con preso.
  • Ejercicios polimétricos sin control. 

Estos movimientos generan una alta carga sobre el tendón rotuliano y pueden empeorar los síntomas. A medida que la lesión mejora, pueden reintroducirse bajo supervisión fisioterapéutica.

¿Cuál es el mejor tratamiento para la tendinitis rotuliana crónica?

En casos crónicos, el enfoque más eficaz es el tratamiento progresivo con fisioterapia:

  • Control del dolor (ondas de choque, EPI, etc.).
  • Ejercicio excéntrico e isométrico.
  • Reeducación del gesto deportivo.
  • Valoración biomecánica completa.

Este protocolo mejora la estructura del tendón y reduce el riesgo de recaídas. Diversos estudios han demostrado que el ejercicio excéntrico planificado es más efectivo que el reposo o los antiinflamatorios en tendinopatías crónicas.

¿Es útil la fisioterapia si tengo tendinitis rotuliana leve?

Sí, y de hecho es el mejor momento para actuar. Cuando la tendinopatía está en una fase leve o inicial, el tratamiento fisioterapéutico precoz permite una recuperación más rápida y evita que el problema se cronifique. Con unas pocas sesiones y una pauta de ejercicios adecuada, puedes volver a tu rutina deportiva sin complicaciones.