La artrosis cervical es una de las causas más habituales de dolor de cuello en las consultas de fisioterapia. Aunque tradicionalmente se asociaba sobre todo al envejecimiento natural de las vértebras, hoy en día cada vez la vemos en personas jóvenes y activas que trabajan muchas horas frente al ordenador o utilizan el móvil con la cabeza adelantada.
Se trata de un proceso progresivo en el que el cartílago que recubre las pequeñas articulaciones de la columna cervical se va deteriorando poco a poco. Con el tiempo, pueden aparecer molestias, rigidez, dificultad para mover el cuello e incluso hormigueos en los brazos.
Si te preguntas qué síntomas produce la artrosis cervical, cómo saber si la padeces o qué opciones de tratamiento existen, en este artículo encontrarás información clara y detallada para comprender mejor tu problema y conocer las soluciones más eficaces.
¿Qué es la artrosis cervical?
La artrosis cervical es un proceso degenerativo que afecta a las articulaciones de la parte alta de la columna, concretamente las vértebras del cuello. Con el paso del tiempo, el cartílago que recubre estas superficies articulares se va desgastando y pierde su capacidad de amortiguar el movimiento.
Cuando esto ocurre, el espacio entre las vértebras disminuye y se producen fricciones que pueden dar lugar a inflamación, dolor y, en fases más avanzadas, formación de pequeñas prominencias óseas llamadas osteofitos.
Es importante saber que la artrosis cervical no aparece de un día para otro. Se trata de un proceso progresivo que puede comenzar con leves episodios de rigidez o molestias tras estar mucho tiempo en la misma postura, y evolucionar poco a poco hacia síntomas más constantes.
Aunque es más frecuente a partir de los 50 años, cada vez vemos casos relacionados con el sedentarismo, el uso prolongado de pantallas y ciertos trabajos que obligan a mantener el cuello en posiciones forzadas.
Este desgaste, que en un principio puede parecer solo una cuestión de “envejecimiento natural”, tiene un importante componente mecánico y postural que se puede prevenir o ralentizar con un buen abordaje fisioterapéutico y cambios en los hábitos diarios.
¿Cuáles son los síntomas de la artrosis cervical?
Los síntomas de la artrosis cervical no siempre aparecen de forma repentina. Muchas personas los describen como un malestar que empieza de manera intermitente y va aumentando con el tiempo.
El signo más característico es el dolor cervical localizado en la nuca o en la parte posterior del cuello, que puede irradiarse hacia los hombros y, en ocasiones, provocar sensación de pesadez en la cabeza. Este dolor tiende a empeorar tras permanecer mucho tiempo en la misma posición, por ejemplo, trabajando frente al ordenador o conduciendo.
Además del dolor, otros síntomas frecuentes de la artrosis cervical incluyen:
- Dolor cervical: se manifiesta como una molestia sorda y persistente que puede intensificarse tras periodos prolongados en una misma postura.
- Rigidez matutina: sensación de bloqueos o falta de movilidad que mejora con el movimiento progresivo.
- Cefaleas cervicogénicas: dolores de cabeza que se originan en la musculatura cervical y se proyectan hacia la región occipital o parietal.
- Parestesias: hormigueo o entumecimiento en brazos y manos, cuando la artrosis comprime raíces nerviosas.
- Debilidad muscular en casos más avanzados, debido a la afectación radicular.
- Vértigos o inestabilidad al mover el cuello, especialmente al girar la cabeza de manera brusca.
En fases avanzadas, los síntomas de la artrosis cervical grave incluyen una marcada limitación de la movilidad, dolor constante incluso en reposo y signos neurológicos severos.
Origen de la artrosis cervical
La artrosis cervical tiene un origen multifactorial, es decir, no depende de una única causa. A mendo es el resultado de la combinación de factores mecánicos, posturales y biológicos que, con el paso de los años, acaban deteriorando las articulaciones del cuello.
Uno de los principales motivos es el desgaste progresivo del cartílago articular, un tejido que actúa como superficie de deslizamiento entre las vértebras y que, con el tiempo, pierde grosor y elasticidad. Esta degeneración hace que los huesos rocen entre sí y aparezcan pequeñas formaciones óseas llamadas osteofitos, que limitan la movilidad y pueden irritar los nervios cercanos.
Otros factores que favorecen el desarrollo de artrosis cervical son:
- La mala higiene postural, como mantener la cabeza adelantada durante horas mientras se trabaja con pantallas o se mira el móvil.
- Microtraumatismos repetidos en la columna cervical, muy frecuentes en ciertos deportes o actividades laborales.
- Secuelas de lesiones previas, como el latigazo cervical tras accidentes de tráfico.
- La debilidad de la musculatura que estabiliza la columna cervical, lo que aumenta el estrés sobre las articulaciones.
- La predisposición genética que hace que algunas personas tengan un cartílago más vulnerable a la degeneración.
En algunos casos, la artrosis cervical puede coexistir con hernias discales o estenosis de canal vertebral, complicando la sintomatología.
Diagnóstico de la artrosis cervical
Para identificar la artrosis cervical de forma precisa, el primer paso siempre es una valoración clínica detallada. Durante la consulta, el fisioterapeuta o el médico preguntará por la evolución de los síntomas, su intensidad y los factores que los agravan o alivian.
En la exploración se evalúa:
- El rango de movimiento cervical, comprobando si existen bloqueos o dolor al realizar giros, inclinaciones o extensión.
- La palpación de la musculatura paravertebral y de las articulaciones interfacetarias, que a menudo revela puntos de sensibilidad aumentada.
- La presencia de contracturas o rigidez muscular, frecuente en fases más avanzadas.
- La existencia de síntomas neurológicos, como hormigueos o pérdida de fuerza, que pueden indicar compresión de raíces nerviosas.
Para confirmar el diagnóstico y valorar el grado de desgaste, suelen utilizarse diferentes pruebas de imagen:
- Radiografías simples: permiten observar disminución del espacio articular, formación de osteofitos y rectificación de la curvatura fisiológica.
- Resonancia magnética: muestra con detalle la afectación de discos, raíces nerviosas y médula espinal.
- Tomografía axial computarizada (TAC): en casos de duda diagnóstica.
Es importante diferenciar la artrosis cervical de otras causas de dolor cervical, como la espondilosis, las hernias discales o ciertas alteraciones inflamatorias. Por eso, si notas que tus síntomas de artrosis cervical se vuelven más intensos o se acompañan de debilidad, conviene acudir a un profesional cualificado para realizar una exploración detallada y planificar el tratamiento más adecuado.
Tratamiento de la artrosis cervical
El tratamiento de la artrosis cervical tiene como objetivo reducir el dolor, mejorar la movilidad y frenar la progresión de la degeneración articular. En la mayoría de los casos no se trata de “curar” por completo el desgaste, sino de que la persona recupere calidad de vida y autonomía en su día a día.
El enfoque más eficaz combina la fisioterapia personalizada con medidas médicas y cambios en los hábitos. Entre las estrategias más utilizadas se encuentran:
Fisioterapia y ejercicio terapéutico
- Movilizaciones articulares suaves, que ayudan a mantener o recuperar la movilidad de las vértebras cervicales sin generar dolor.
- Técnicas de liberación miofascial y masaje terapéutico, para relajar la musculatura que se tensa de manera refleja cuando la articulación duele.
- Ejercicios de fortalecimiento progresivo de la musculatura cervical y escapular, fundamentales para descargar las articulaciones.
- Reeducación postural y ergonomía adaptada, que enseñan a evitar posiciones mantenidas que agravan los síntomas.
- En casos de dolor más intenso, se pueden aplicar medios físicos como calor profundo, electroterapia analgésica o punción seca si hay puntos gatillo.
Tratamiento médico
Cuando las molestias son más intensas, el médico puede pautar:
- Antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) en periodos de crisis.
- Relajantes musculares si existe contractura severa.
- Infiltraciones con corticosteroides en casos de dolor muy localizado y persistente.
Hábitos y autocuidados
Las recomendaciones diarias marcan una gran diferencia. Dormir con una almohada adecuada, realizar pausas activas si trabajas con el ordenador, evitar posturas forzadas prolongadas y practicar ejercicio físico suave (por ejemplo, caminar o natación) ayudan a frenar el avance de la artrosis.
En fases muy avanzadas, cuando los síntomas de artrosis cervical severa incluyen debilidad marcada o alteraciones neurológicas, puede valorarse la cirugía como último recurso, aunque estos casos son menos frecuentes.
Si estás atravesando un episodio de dolor, recuerda que el tratamiento temprano y adaptado a tu situación es clave para evitar complicaciones y lograr una recuperación más rápida.
Ejercicios prohibidos para la artrosis cervical
Si padeces artrosis cervical, es importante que conozcas qué ejercicios o movimientos pueden empeorar los síntomas o incluso provocar lesiones asociadas. Aunque mantenerse activo es esencial, no todas las actividades son adecuadas.
Ejercicios prohibidos en artrosis cervical | Ejercicios recomendados |
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Movimientos bruscos de cuello (giros rápidos y forzados) | Movilizaciones suaves de flexión y extensión cervical |
Ejercicios de impacto (correr, saltar) | Estiramientos progresivos de trapecio y musculatura cervical |
Pesas con carga excesiva sobre hombros | Ejercicios de fortalecimiento isométrico con poca resistencia |
Posturas prolongadas con la cabeza inclinada hacia adelante | Trabajo postural y control escapulocervical |
Rotaciones cervicales mantenidas al límite articular | Movimientos de inclinación lateral controlados y de amplitud moderada |
Si tienes dudas, recuerda que los ejercicios deben adaptarse siempre a tu grado de artrosis y al momento evolutivo en el que te encuentres. Por eso, es fundamental que un fisioterapeuta especializado te oriente sobre qué movimientos son seguros y cómo realizarlos con la técnica adecuada.
Con un programa bien diseñado y evitando estos gestos contraproducentes, podrás mantener tu cuello en movimiento sin sobrecargar las estructuras y reducir el riesgo de episodios de dolor más intenso.

Fisioterapeuta Colegiado nº 1840
Soy Rosa Galdón, fisioterapeuta especializada en fisiosexología, recuperación del suelo pélvico y fisioterapia deportiva. Mi objetivo es ayudar a las personas a aliviar el dolor, recuperar la movilidad y mejorar su bienestar a través de tratamientos personalizados. Creo en una fisioterapia cercana y adaptada a cada paciente, donde el cuerpo y las emociones van de la mano en el proceso de recuperación. Me mantengo en constante formación para aplicar las técnicas más avanzadas y ofrecer siempre la mejor atención posible.