El síndrome del músculo piramidal, también conocido como síndrome del piriforme, es una causa muy común (y, en muchas ocasiones, infravalorada) de dolor de glúteo irradiado hacia la parte posterior del muslo. A menudo se confunde con una ciática de origen lumbar, lo que retrasa su diagnóstico y prolonga innecesariamente el malestar. Pero en realidad, este síndrome tiene su origen en una compresión o irritación del nervio ciático por parte del músculo piramidal, un pequeño músculo profundo de la pelvis que puede volverse un gran generador de dolor cuando se tensa más de lo debido.
Muchas personas mi consulta después de semanas, incluso meses, con molestias al estar sentadas, al caminar o al practicar deporte, sin saber con certeza qué les ocurre. Si es tu caso, te entiendo. El síndrome piramidal izquierdo, como cualquier otra disfunción musculoesquelética, necesita una valoración personalizada y un tratamiento enfocado a cada caso y a cada situación personal.
En este artículo voy a explicarte de forma sencilla y clara qué es exactamente esta lesión, cómo se produce, cuáles son sus síntomas característicos, y sobre todo, cómo abordarla desde la fisioterapia con estrategias que sí funcionan. Porque sí, se puede mejorar. Y si vives con este dolor, mereces entenderlo y empezar a sentir alivio cuanto antes.
¿Qué es el síndrome del piramidal?
El síndrome del piramidal es una disfunción neuromuscular que ocurre cuando el músculo piramidal (también conocido como piriforme) comprime o irrita el nervio ciático en su trayecto por la región glútea. Aunque no es una lesión grave, sí puede ser muy molesta, especialmente porque el dolor suele irradiarse hacia la parte posterior del muslo e incluso hasta la rodilla, lo que lleva a pensar que se trata de una ciática lumbar.
El músculo piramidal se encuentra profundamente en la pelvis, justo detrás del glúteo mayor. Este músculo es el responsable de la rotación externa de la cadera y de estabilizar la pelvis durante la marcha. Su cercanía con el nervio ciático hace que cualquier tensión, acortamiento o sobrecarga en esta zona pueda derivar en dolor irradiado, cosquilleos o incluso entumecimiento.
Este síndrome puede afectar a cualquier persona, pero es más frecuente en mujeres, corredores, ciclistas o personas que permanecen mucho tiempo sentadas. En el caso concreto del síndrome piramidal izquierdo, es habitual que el dolor se localice en la parte posterior de la cadera izquierda y se extienda hacia el muslo, dificultando actividades tan cotidianas como subir escaleras o dormir de lado.
Desde la fisioterapia, podemos valorar con precisión si el origen de tu dolor está realmente en el piramidal, diferenciándolo de otras causas como una radiculopatía lumbar. Una vez confirmado, podemos trabajar para liberar el nervio, normalizar la función muscular y ayudarte a recuperar tu bienestar.
Síntomas en síndrome piramidal
El síndrome del piramidal no siempre se manifiesta igual en todas las personas. A veces el dolor aparece de forma difusa y se va desplazando; otras veces es un punto muy localizado que impide sentarse con normalidad o realizar ciertos gestos cotidianos. Por eso es tan importante conocer cómo se comporta esta patología y qué signos nos pueden hacer sospechar que el origen del problema está en el músculo piriforme y no en la columna lumbar.
A continuación, te explico los síntomas más habituales del síndrome piramidal, especialmente cuando afecta al lado izquierdo, y cómo distinguirlos de otras disfunciones como la ciática o una lumbalgia mecánica.
- Dolor profundo en el glúteo izquierdo, que puede empeorar al estar sentado, caminar o subir escaleras. No es un pinchazo superficial, sino una presión sorda, como si hubiera un nudo en la nalga que no se relaja. En muchos casos, los pacientes lo describen como un “peso” constante en esa zona que les obliga a cambiar de postura o a evitar apoyar ese lado al dormir.
- Irradiación del dolor hacia la parte posterior del muslo, a veces, simulando una ciática. Esta irradiación suele ser parcial, sin llegar hasta el pie, y se manifiesta como una sensación de presión, ardor o tensión.
- Parestesias (hormigueo o entumecimiento) si hay compresión neurológica mantenida. Aunque no es un signo constante, muchas personas tienen estas sensaciones anómalas como cosquilleos, entumecimiento o calambres localizados. A menudo aparecen tras periodos prolongados de sedestación o después de realizar actividades físicas que implican movimientos repetitivos de cadera.
- Sensación de tensión muscular constante en la nalga. En algunos casos, esta rigidez puede generar una postura compensatoria, agravando la disfunción si no se trata adecuadamente.
- Dolor al presionar el punto de inserción del piramidal o al realizar maniobras como el test de Freiberg o el test de Pace.
El test de Freiberg, que implica la rotación interna pasiva de la cadera con la rodilla extendida, puede desencadenar el dolor típico. De igual modo, el test de Pace, que consiste en la abducción y rotación externa resistida con las caderas en flexión, también puede provocar dolor o debilidad, confirmando la irritación del nervio ciático a su paso por el músculo piramidal.
El diagnóstico del síndrome piramidal izquierdo no siempre es sencillo, ya que sus síntomas pueden confundirse con otras patologías que también provocan dolor irradiado hacia la pierna, como las hernias discales lumbares o las disfunciones sacroilíacas. En el caso de una hernia discal, por ejemplo, el dolor suele tener origen en la columna vertebral y puede estar asociado a signos neurológicos como pérdida de fuerza o reflejos. Por su parte, una disfunción en la articulación sacroilíaca puede causar dolor similar en la zona glútea, pero su origen y tratamiento son diferentes.
Por eso, una valoración fisioterapéutica detallada es fundamental. A través de la exploración física, tests ortopédicos específicos, análisis del patrón de movimiento y una buena entrevista clínica, el fisioterapeuta puede diferenciar con precisión el origen del dolor y descartar otras posibles causas. Este diagnóstico diferencial es esencial para establecer un tratamiento eficaz y seguro, evitando intervenciones innecesarias y mejorando significativamente el pronóstico del paciente.
Causas y mecanismos de lesión
El síndrome piramidal suele aparecer por una sobrecarga o disfunción del músculo piriforme, que puede acabar comprimiendo el nervio ciático. Este músculo profundo, que conecta el sacro con el fémur, tiene un papel esencial en la rotación externa de la cadera y la estabilidad pélvica. Cuando se tensa en exceso, se inflama o sufre un espasmo, puede convertirse en una fuente constante de dolor y compresión nerviosa.
Las causas más habituales que tratamos en consulta son:
- Sobrecarga muscular por actividades repetitivas que implican rotación de cadera o trabajo intenso de glúteos (correr, montar en bici, entrenamientos funcionales mal ejecutados, etc.).
- Malas posturas mantenidas durante muchas horas, como trabajar sentado con una cadera más elevada que la otra, lo que genera una compensación muscular constante.
- Desequilibrios biomecánicos en la pelvis, como dismetrías, bloqueos sacroilíacos o debilidad de musculatura estabilizadora.
- Cicatrices, fibrosis o adherencias derivadas de antiguas lesiones, cirugías o caídas en la región pélvica.
- Traumatismos directos sobre el glúteo, que pueden provocar inflamación del músculo piramidal.
- En mujeres, en ciertos casos, está relacionado con cambios hormonales o tensiones pélvicas postparto, especialmente si hubo episiotomía o partos instrumentales.
En el caso del síndrome piramidal izquierdo, muchas veces detectamos que el problema se agrava por hábitos cotidianos: llevar siempre el peso sobre la pierna izquierda, cruzar esa pierna con frecuencia o incluso tener el coche adaptado con el pedal del embrague mal posicionado.
En deportistas, es habitual observar una relación entre sobreuso y activación anómala del piramidal, mientras que en personas sedentarias, el mantenimiento prolongado de la sedestación suele ser el desencadenante principal.
Tratamiento fisioterapéutico del síndrome piramidal
El abordaje fisioterapéutico tiene como objetivo normalizar el tono del músculo piramidal, liberar el atrapamiento nervioso y reeducar el control motor de la pelvis y la cadera para evitar recurrencias.
Tratamiento no quirúrgico
En la mayoría de los casos, el tratamiento conservador con fisioterapia es eficaz. Incluye:
- Terapia manual específica sobre el piramidal, glúteos y pelvitrocantéreos.
- Punción seca en el punto gatillo del piramidal para inhibir la contractura.
- Diatermia o radiofrecuencia para mejorar la vascularización y disminuir la inflamación local.
- Técnicas neuromusculares y de control motor para readaptar el patrón funcional.
- Estiramientos analíticos y activos del piramidal y músculos implicados.
- Ejercicios de movilidad de cadera y estabilidad lumbopélvica.
Con un plan de tratamiento individualizado suele ofrecer resultados visibles en 4 a 6 semanas.
Tratamiento quirúrgico
Solo en casos crónicos y refractarios al tratamiento conservador se valora la opción quirúrgica, mediante liberación del nervio ciático. Es una opción poco habitual, indicada únicamente tras estudios de imagen que confirmen la compresión nerviosa severa.
¿Duele el síndrome piramidal? ¿Cuánto dura el dolor del síndrome piramidal?
Sí, el síndrome del piramidal puede resultar muy doloroso. Muchas personas que llegan a consulta lo describen como una molestia intensa, constante y, en ocasiones, desesperante. Lo más habitual es que el dolor se localice en un lado del glúteo (por ejemplo, en el síndrome piramidal izquierdo) y que se irradie hacia la parte posterior del muslo, siguiendo un patrón similar al de una ciática, aunque sin un origen lumbar.
Este dolor se intensifica con ciertos gestos cotidianos como subir escaleras, permanecer mucho tiempo sentados, cruzar las piernas o incluso al dormir de lado. A diferencia de una lesión aguda, este tipo de dolor puede aparecer de forma progresiva y mantenerse durante semanas o meses si no se aborda correctamente.
En cuanto a la duración del dolor, varía según cada persona y el momento en el que se inicie el tratamiento. Si se detecta de forma precoz y se comienza un tratamiento fisioterapéutico específico para el síndrome piramidal, la evolución suele ser favorable en pocas sesiones. En cambio, si se cronifica, puede generar adaptaciones posturales, irritación neural mantenida o compensaciones que alargan el proceso de recuperación.
Por eso es tan importante no normalizar ese dolor glúteo irradiado y acudir cuanto antes a consulta. Con una valoración individualizada, técnicas de terapia manual, estiramientos adaptados y ejercicios progresivos, es posible no solo aliviar el dolor, sino tratar el origen del problema para que no vuelva a aparecer.
¿Es bueno andar si tienes síndrome piramidal?
Una de las preguntas más frecuentes en consulta es si andar puede ser beneficioso o contraproducente cuando se sufre de síndrome del piramidal. La respuesta es que sí, caminar puede ser bueno, siempre que se haga de forma controlada y adaptada a la fase en la que se encuentra la lesión.
En los casos agudos, donde el dolor glúteo es muy intenso y hay irradiación hacia la pierna, lo ideal es limitar la marcha durante unos días y priorizar el reposo relativo, la aplicación de técnicas desinflamatorias y la terapia manual. Sin embargo, una vez que el dolor empieza a ceder, el movimiento se convierte en una herramienta terapéutica clave.
Caminar activa la musculatura glútea, mejora la vascularización en la zona y ayuda a descomprimir estructuras como el nervio ciático. Eso sí, es fundamental hacerlo con conciencia corporal: evita superficies irregulares, pasos muy largos o velocidades excesivas. En el caso del síndrome piramidal izquierdo, por ejemplo, una mala alineación pélvica al caminar puede perpetuar la irritación del nervio si no se corrige la biomecánica.
Por tanto, caminar sí, pero con una pauta individualizada, acompañada por el tratamiento fisioterapéutico adecuado, estiramientos específicos y reeducación postural. En muchas ocasiones, retomar la marcha de forma progresiva marca un antes y un después en la recuperación funcional del paciente.
¿Qué ejercicios son recomendables para el síndrome piramidal?
El tratamiento del síndrome piramidal izquierdo (o derecho) no estaría completo sin una buena pauta de ejercicios terapéuticos. El objetivo de estos ejercicios es reducir la presión sobre el nervio ciático, mejorar la flexibilidad del músculo piriforme y restablecer la biomecánica lumbopélvica para prevenir recaídas.
Dependiendo del grado de dolor, se recomienda comenzar con movimientos suaves y progresar hacia ejercicios más activos a medida que el cuerpo lo permite. A continuación, te presento una selección de los más eficaces:
Estiramiento del músculo piramidal, glúteos y pelvitrocantéreos
Este tipo de ejercicios se enfoca en descomprimir la zona glútea y aliviar la tensión sobre el piramidal. Algunos ejemplos útiles:
- Estiramiento piramidal tumbado (posición supina): Túmbate boca arriba, flexiona la pierna izquierda y colócala sobre la rodilla derecha. Tira suavemente de la pierna derecha hacia el pecho. Notarás el estiramiento en la zona del glúteo izquierdo. Mantén 30 segundos y cambia de lado.
- Estiramiento de glúteo profundo en posición sentada: Sentado en una silla, cruza el tobillo izquierdo sobre la rodilla derecha. Inclínate ligeramente hacia delante con la espalda recta hasta sentir el estiramiento en el glúteo. Este ejercicio es ideal si el dolor no permite estar tumbado.
- Ejercicio del gato-camello (cat-cow): Aunque no estira directamente el piramidal, este movimiento mejora la movilidad lumbosacra y prepara la pelvis para una mejor mecánica durante la marcha o el ejercicio.
- Automovilización de la pelvis: Tumbado boca arriba, con las rodillas flexionadas y los pies apoyados, balancea suavemente la pelvis hacia delante y hacia atrás para liberar tensión en la zona sacroilíaca y glútea.
- Foam roller en glúteo: Si el dolor lo permite, puedes sentarte sobre un rodillo de espuma y masajear de forma controlada la zona glútea. Hazlo con cuidado y solo si no hay una irritación intensa del nervio.
Es importante realizar estos ejercicios sin forzar y bajo la supervisión de tu fisioterapeuta. En el caso del síndrome piramidal izquierdo, adaptar cada ejercicio al grado de compresión o tensión ayudará a evitar irritaciones mayores del nervio ciático.
En fases más avanzadas, se añaden ejercicios de control motor, activación del core, y reeducación funcional para mejorar la estabilidad lumbopélvica. Así conseguimos que el cuerpo no solo deje de doler, sino que se mueva mejor.

Fisioterapeuta Colegiado nº 1840
Soy Rosa Galdón, fisioterapeuta especializada en fisiosexología, recuperación del suelo pélvico y fisioterapia deportiva. Mi objetivo es ayudar a las personas a aliviar el dolor, recuperar la movilidad y mejorar su bienestar a través de tratamientos personalizados. Creo en una fisioterapia cercana y adaptada a cada paciente, donde el cuerpo y las emociones van de la mano en el proceso de recuperación. Me mantengo en constante formación para aplicar las técnicas más avanzadas y ofrecer siempre la mejor atención posible.